No sé vosotros, pero yo, hasta hace poco, no he podido disfrutar del placer de viajar. Como dice Lucía en su blog, ¡Sevilla es una maravilla!, pero también hay otros lugares, gentes y costumbres que merecen ser disfrutadas.
A través del cine y de la lectura empecé desde bien pequeña a disfrutar de la vida que ellos me revelaban. Una de mis películas favoritas es Un hombre tranquilo, de John Ford, con los grandes John Wayne, Maureen O´Hara y Victor McLaglen, que ganó el Óscar como mejor actor de reparto, interpretando a un conservador y cabezota hermano de "la solterona".
Disfrutar de los pequeños detalles es lo que hace a esta película tan grande. Algunas escenas permanecen en mi retina y, para mí, son ejemplos de lo que es buen cine. No podría nombrarlas todas, pero algunas son el primer beso entre los protagonistas en medio de una tormenta (¡me cambiaría por Maureen sin rechistar!), la frenada en seco del caballo del amigo borrachín y casamentero(Barry Fitgerald) delante de la taberna, la pelea entre Sean Thornton (John Wayne) y el hermano de Mary Kate, la visita del obispo protestante para trasladar del pueblo al pastor y a su mujer (que carecía de fieles en la católica Irlanda), la taberna como centro de la vida del pueblo o la presencia de los dos activistas del IRA.
http://www.youtube.com/watch?v=8Bm0RIs-VJU
Sólo me detendré en una secuencia sublime, para mí posiblemente la mejor del cine. Se trata de la pelea entre John Wayne y Victor McLaglen por el asunto de la dote. En la pelea todo el pueblo está presente como un miembro más, incitando con sus risas y actitud a los protagonistas, apostando, metiéndose de lleno en ella y nosotros con todos ellos. Sólo puede haber un vencedor,...¿quién será?
No puedo terminar sin hablar de la música, para mí es uno más de sus personajes. Os dejo un fragmento de la melodía principal. Sobran las palabras.
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